Meryll Rogge, la diseñadora belga –pupila de Marc Jacobs y Dries Van Noten– a la que hay que seguir la pista
Tras trabajar junto a Marc Jacobs y Dries Van Noten, la diseñadora belga Meryll Rogge indaga en su propia identidad a través de su firma homónima. Prendas coloristas de calidad sobresaliente en las que se nota la huella de los maestros
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En su adolescencia, mientras ojeaba las páginas de los ejemplares de ¡Hola! Que su abuela le compraba en sus veranos por España, o escuchaba el icónico programa Fashion File, de Tim Blanks, Meryll Rogge (Gante, Bélgica, 1984) hizo una lista mental de los diseñadores con los que le gustaría trabajar. “Eran solo tres: Marc Jacobs, Dries Van Noten y Miuccia Prada. Me queda Miuccia, pero no está nada mal, ¿verdad?”, bromea la creadora belga desde Cadaqués, donde pasa unos días de vacaciones junto a su pareja y a su hijo pequeño. Estudiante de diseño de moda en la prestigiosa academia de bellas artes de Amberes, Rogge puede presumir de un currículo envidiable, trabajado desde la constancia y el talento. "Y la buena suerte. Supongo que he tomado buenas decisiones en los momentos precisos. Sobre todo la primera de todas, la que me llevó al estudio de Marc Jacobs en Nueva York. Fue en 2008, estaba estudiando el tercer y último año de carrera y me ofrecieron una beca. Hablé con mis profesores y todos me dijeron que aceptase el puesto, que si no funcionaba siempre podía volver y graduarme", recuerda.
Nunca regresó. Durante siete años trabajó al lado del creador estadounidense, con el que, reconoce, entendió el valor de las cosas bien hechas: “Éramos un equipo muy pequeño. Cinco personas contando a Marc. Así que, imagínate, hice de todo: diseño de telas, búsqueda de proveedores, viajes a las fábricas de tejidos, a los archivos... Aprendí todo de esta industria, de la A a la Z. Fue una experiencia maravillosa porque Marc tiene estándares muy altos en lo que se refiere a las prendas, todo tiene que ser perfecto, tanto por dentro como por fuera. Fue genial poder ver la cantidad de esfuerzo que se ponía en cada costura, en cada botón. Todavía me sigue asombrando su genialidad”. Volvió a casa en 2015, a Amberes, como diseñadora jefe de la línea de mujer de Dries Van Noten. Otra decisión acertada y otro sueño cumplido. “Me hubiera quedado con Marc muchos años más, pero se me presentó una gran oportunidad. Era muy importante para mí ver cómo Dries hacía su trabajo. Cómo podía alcanzar ese nivel de creatividad siendo una empresa independiente, sin grandes cantidades de dinero detrás”, afirma.
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